Santa Rosa Filipina Duchesne

Inicios

Rosa Filipina Duchesne nació el 29 de agosto de 1769 en Grenoble, una ciudad antigua, un precioso camino hacia los Alpes. Provenía de una familia privilegiada de ocho hijos y tenía un carácter fuerte, impetuoso y generoso. Fue educada por las monjas de la Visitación en el Monasterio de Ste Marie d’en Haut de las que le atrajo su vida contemplativa. En contra de la voluntad de su familia, entró en la congregación a los 18 años.

La Revolución Francesa obligó en breve tiempo a las monjas a dejar el monasterio y Filipina regresó a su familia. Durante once años, puso en peligro su libertad y su vida dando asistencia a los prisioneros, llevando sacerdotes a los fieles, educando y dando de comer a los niños pobres.


Al termine de la guerra, obtuvo la propiedad de Ste Marie d’en Haut y abrió un internado. Solo unas pocas hermanas regresaron y no se quedaron mucho tiempo. En diciembre de 1804, encontró a Magdalena Sofía Barat, que en el 1800 había fundado la Sociedad del Sagrado Corazón. Filipina dejó inmediatamente Ste Marie d’en Haut y entró en la Sociedad.

Nació una amistad profunda entre estas dos mujeres excepcionales con temperamentos muy diferentes. Durante doce años, la sabiduría paciente de Sofía modeló la ardiente y firme Filipina en una religiosa llamada a glorificar el Corazón de Jesús. Filipina, cuya felicidad mayor era pasar enteras noches rezando, sintió pronto la llamada de servir como misionera.

Muchas veces, Filipina compartió con Sofía su sueño de llevar el Evangelio a los pueblos indígenas de América, pero sus competencias eran necesarias en casa, primero en el colegio de Ste Marie, luego como Secretaría General de la Sociedad.

Sembrando Semillas

Cuando el obispo Guillermo Du Bourg visitó la casa madre de la Sociedad en Paris, Filipina vio la posibilidad de transformar sus sueños misioneros en realidad. El obispo llegó de Estados Unidos para reclutar monjas que pudiesen fundar colegios para los niños indios y franceses en la diócesis de Luisiana. El 16 de mayo de 1817, Filipina pidió de rodillas a Sofía Barat el permiso de viajar para la misión y por fin Sofía dio su consentimiento.

Al año siguiente, Filipina navegó con otras cuatro religiosas, llegando providencialmente a New Orleans el día de la Fiesta del Sagrado Corazón, el 29 de mayo de 1818. Después navegó el rio Mississippi hasta San Luis, Misuri, en un viaje de cuarenta días, llegando el 22 de agosto de 1818.
El 14 de septiembre de1818, Filipina abrió una escuela en una cabaña hecha con troncos, pero no en San Luis, como se esperaba, sino en la cercana St. Charles, Misuri. Fue la primera escuela gratuita del oeste del Mississippi. Algunas semanas después, se abrió la Academia del Sagrado Corazón con tres estudiantes. Las condiciones de la frontera eran un desafío, pero aún más lo era la escasa población. Filipina tuvo que cerrar la escuela después de un año pero abrió una nueva en la cercana ciudad de Florissant.

Aunque el inglés fue siempre un reto, Filipina sirvió como superiora de su comunidad religiosa y como directora de la escuela. Dejó para sí misma las tareas más sencillas: cuidar el ganado, cortar leña, cuidar el jardín, reparar zapatos y ropa, cuidar a los enfermos, fabricar jabón y velas. En Florissant, dormía a menudo en un pequeño armario debajo de las escaleras, para poder deslizarse sin molestar a las demás después de su oración nocturna en la capilla adyacente (todavía se puede ver esta habitación en el Santuario Old St. Ferdinand en Florissant, Misuri). Sobrevivió a las rudas condiciones de los pioneros, a un ataque de fiebre amarilla y a los persistentes sentimientos de fracaso.

Arraigando

Muy pronto la Sociedad atrajo nuevas vocaciones y abrió un noviciado. En poco tiempo, Filipina fue responsable de cinco conventos: St. Charles (que reabrió en 1828), San Luis y Florissant en Misuri, Grand Coteau y St. Michaels en Luisiana. Filipina se adaptó a la cultura americana, conservando lo más posible las costumbres de la Sociedad. Con el Plan de Estudios en marcha, las Religiosas del Sagrado Corazón ofrecían a sus estudiantes un currículo completo, que combinaba formación espiritual e intelectual. Las escuelas de Filipina fueron las primeras que educaron estudiantes de color en San Luis. Además, abrió el primer orfanato de San Luis.

Por fin, en 1841, se realizó el deseo de Filipina de servir entre las poblaciones indígenas. Ante la petición especifica de Padre Peter Verhaegen, jesuita encargado de la misión, fue con otras tres Religiosas del Sagrado Corazón a Sugar Creek, Kansas, para fundar una escuela para las chicas Potawatomi. A los 72 años estaba demasiado frágil para ser de ayuda con el trabajo físico y no podía aprender la lengua Potawatomi. Pasaba la mayoría de su tiempo orando, adquiriendo el apelativo de “la mujer que siempre reza”. Después de tan solo un año, la pidieron volver a St. Charles a causa de su salud. Aunque vivió en Sugar Creek por un breve periodo, dejó un gran impacto en los Potawatomi.

La herencia de Filipina

Filipina una vez escribió a Sofía, “llevo en mi corazón un gran temor de deteriorar las cosas en cualquier sitio me encuentre y esto a causa de algunas palabras que creo escuchar en lo más profundo de mi corazón: “estás destinada a complacerme no tanto por los sucesos sino por los fracasos”. De hecho, experimentó muchos fracasos, pero gracias a su espíritu misionero, la Sociedad del Sagrado Corazón se difundió en todo el mundo. Gracias a su lealtad a Magdalena Sofía Barat, la Sociedad continuó siendo una congregación, y su internacionalidad fue una de sus características más fuertes.

Hoy día, las Religiosas del Sagrado Corazón sirven en 41 países. En el espíritu de Filipina, estas educadoras preparan a los jóvenes para el presente y el futuro; salen a la búsqueda de los más pobres y de los que no tienen voz en la sociedad de hoy. Cada frontera que enfrentamos, reclama pioneros que tengan el valor de seguir la llamada de Dios y la sabiduría de orar siempre. Santa Rosa Filipina Duchesne murió el 18 de noviembre de 1852, a la edad de 83 años. Está enterrada en un santuario construido en su honor en la Academia del Sagrado Corazón en St. Charles, Misuri. Fue beatificada en 1940 y canonizada el 3 de julio de 1988.

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